Una vez terminado el último asalto, llegó el turno de los brindis y de cantar el cumpleaños feliz al señor presidente Alberto Virto, al que se le llegaron a escapar los colores. Después, pasamos a sortear dos misteriosas cajas ayudados eso sí, por dos de las manos inocentes allí presentes. El azar (o eso nos han dicho) quiso otorgarle a Jesús un magnífico astro-lápiz, así como a Alberto Berdejo un increíble atlas de la misión del Apolo 11.
Tras las caras de asombro y felicitaciones de rigor fuimos capaces, de alguna forma, de organizarnos para sacar una foto de grupo mientras hasta los mismísimos dioses del Olimpo escuchaban nuestros simpáticos desvaríos con expresiones de incredulidad. Resuelto este tema, llegó la hora del adiós (hasta la semana siguiente, al menos) para unos cuantos que regresaban rebosantes de felicidad a sus respectivas casas, mientras otros aprovechamos para tomar un refrigerio de última hora antes de disolver el grupo definitivamente. Como puede verse, ha sido una estupenda noche y esta vez, aunque se han esforzado, las nubes no han podido estropearlo...
Gracias a la Junta, este año se ha puesto el nivel muy alto, la cena ha estado estupenda.