CÓMO LLEVARSE EL CIELO
A CASA
 
 
 

CURSO BÁSICO DE FOTOGRAFÍA ASTRONÓMICA PASO A PASO


A los aficionados a la Astronomía, la fascinación que produce el contemplar ciertos objetos estelares a través de un telescopio, nos lleva a veces, al deseo de plasmarlos en fotografía, es decir, de llevarnos el cielo a casa.

Si además, somos aficionados a la fotografía y por tanto, con esa sensibilidad especial hacia ciertas formas, combinaciones y juegos de luz que nos hacen disfrutar doblemente de algunas imágenes, ya tenemos el campo abonado para iniciarnos en tan difícil arte.

Pero no vamos a hablar aquí de la parte artística del tema, que da mucho de sí como el novel astrofotógrafo pronto comprobará, sino de los conocimientos básicos para conseguir nuestras primeras astrofotografías.

Para ello, resultará imprescindible una cámara fotográfica. Nuestra recomendación en este apartado, será una cámara réflex con objetivo de 50 mm.
La cámara, la podremos dividir en dos partes principales: el cuerpo y el objetivo.

Pasamos a comentar lo relativo al cuerpo. En el mercado, encontrareis multitud de marcas y tipos, con un sinfín de prestaciones electrónicas, pero para el tema que nos ocupa, ésto es inútil ya que sólo nos hará falta una sencilla cámara que pueda disparar en posición “B” sin necesidad de pila alguna. Más adelante, explicaremos qué es eso de la “posición B”.

Hacemos hincapié en este particular, ya que si a la cámara le hiciesen falta pilas para disparar en este modo, nos podríamos quedar sin energía en las primeras cuatro fotos. Sobre la calidad del aparato que pensemos utilizar, decir que no es necesario exigir maravillas, pero sí una cierta suavidad y precisión en el disparo. Eso lo podremos comparar sencillamente, con la máquina colocada en la palma de la mano y disparando suavemente. Así notaremos al moverse el obturador, posibles vibraciones excesivas.

El objetivo sí que debe ser de la mejor calidad posible. Debe ser luminoso y con buena óptica. Esto no siempre nos lo garantizan necesariamente, las marcas mas comerciales. Los más habituales pueden ser los de 50 mm a f 1,8. Si este número “f”, que corresponde al diafragma en su máxima abertura, es bajo, la calidad de la óptica debe ser alta, ya que si no, la deformación de las imágenes estelares en los bordes de la foto será notable, produciéndose un efecto de esfericidad. Por el contrario, si es alto (entre 2,8 y 4) quizás la óptica no necesite ser tan precisa, aunque esto nos llevará a trabajar con mayores tiempos de exposición.

No son recomendables los tipo “zoom”, ya que suelen resultar “oscuros” para la fotografía astronómica, salvo caras y raras excepciones.

La película, en blanco y negro o en color, debe tener una sensibilidad mayor de la habitual, ya que vamos a fotografiar objetos muy débiles, excepto si hacemos fotografía solar o lunar. Recomendamos para empezar, una película en color, de 400 u 800 ASA. Cuanto mayor sea este número, mas sensible será la película y menor será el tiempo de exposición que deberemos dar, para conseguir captar esos débiles objetos que vamos a fotografiar, pero no es recomendable, salvo excepciones, ya que a mayor sensibilidad la película también tiene mayor “grano” que hace que nuestras fotografías no sean tan nítidas como con la película que os recomendamos. Queda a nuestra elección el positivado en papel o diapositiva.

La foto tradicional en papel es cómoda de ver y mostrar, pero en este tema particular, estamos a merced del empleado del laboratorio fotográfico y de la calidad de los aparatos y procesos de positivado. Hay que tener en cuenta que el trabajo que le encargamos no es habitual y por tanto al aplicar los estándares fotográficos, es normal que el fondo del cielo nos aparezca en tonos marrones o verdosos. Esto se puede paliar en parte, avisando de ello al encargar el revelado y confiando en la profesionalidad del operario, cosa harto fustrante.

Por otra parte, las diapositivas no son tan cómodas de manejar, pero nos ofrecen unas imágenes mas espectaculares, ampliadas y fieles al color original que el papel. Una recomendación tanto en papel como en diapositiva es hacer la primera foto de cada rollo a un objeto bien iluminado. Con ello conseguiremos que en el laboratorio, sepan donde comienzan nuestras astrofotografías, ya que a veces el fondo del cielo apenas se diferencia del resto del negativo, salvo por esos diminutos puntitos que son las estrellas. Si no, podría ocurrir que no las revelaran pensando que es un carrete velado o que las enmarcaran cortadas, en el caso de las diapositivas. De todas formas, insistimos en la recomendación de avisar en la tienda que se trata de fotografías astronómicas.

No hablaremos aquí del revelado casero en blanco y negro o color, ya que por la laboriosidad de las pruebas a realizar antes de los primeros resultados, no creemos corresponda a lo que podríamos denominar astrofotografía básica.

Otro objeto indispensable para nuestras primeras fotografías astronómicas, es el trípode. Este debe ser muy robusto y estable. Con todo extendido, no debería moverse el cabezal una vez fijado, si lo intentáramos mover con dos dedos. Por otra parte, debe permitir unos movimientos muy suaves para captar con precisión, la zona u objeto celeste a fotografiar. Normalmente, no suele utilizarse totalmente desplegado, ya que gana en estabilidad, cuanto mas baja sea su posición.

También nos será necesario un disparador flexible o de “gusanillo”, de unos 40 cm. de longitud aproximada. Con ello, podremos disparar nuestra cámara sin transmitir vibraciones, a la vez que podremos mantener el obturador abierto el tiempo que deseemos, si utilizamos la posición “B”. Los disparadores flexibles, suelen tener dos posiciones, una para disparar simplemente y otra para mantener fijo el obturador abierto, apretando un pequeño tornillo o palanquita del mismo, de forma que no cierre hasta que no lo soltemos. Y hablando de dicha ”B”, os comentaremos que es la posición que encontrareís en el selector de velocidades de obturación, situado habitualmente encima de la cámara, que nos permitirá mantener la misma con el obturador abierto, mientras mantengamos pulsado el botón de disparo manualmente o por medio del disparador flexible.

La necesidad de cambiar la velocidad habitual de disparo de 1/125 de segundo a la de varios segundos, minutos u horas, se debe a la debilidad luminosa de los objetos que vamos a fotografiar. Al dejar así el objetivo abierto, la luz de las estrellas se “almacena” en el negativo, haciéndose perceptibles, estrellas que no vemos a simple vista. Excepto para la Luna y el Sol, el tiempo de exposición, debe incrementarse según el objeto a captar. Y aquí es cuando el tema se complica.

Nuestro planeta la Tierra, se mueve y si el tiempo de exposición pasa de unos segundos, comprobaremos que en lugar de estrellas lo que conseguimos son unos trazos concéntricos, de una longitud proporcional al tiempo que hemos dejado la cámara en exposición, pero no nos adelantemos. Con el material que os hemos descrito, vamos a realizar nuestras primeras astrofotografías sin tener que contrarrestar el movimiento terrestre.

Para ello, colocaremos la cámara con un objetivo de unos 50 mm con el diafragma en su posición más abierta y con la posición “B” seleccionada, utilizando la película recomendada de 800 ASA y el disparador flexible. Naturalmente, tendremos que enfocar al infinito, aunque no siempre el simbolo que aperece en el objetivo, coincide con la imagen más nítida, asi que deberemos corregirlo si hiciera falta. Todo ello, en un trípode robusto y estable, no desplegado totalmente. Elegiremos la zona del cielo que rodea a la estrella Polar  -constelaciones circumpolares-  poniendo a ésta por medio de los mandos del trípode, cercana al centro del visor. Dispararemos y fijaremos por medio de nuestro disparador flexible y mantendremos así la cámara por unos minutos que varían según la oscuridad del cielo. Si el cielo está muy oscuro, podremos darle para empezar, unos 20 minutos. Si hay Luna, por poca que sea o si estamos en una zona de contaminación lumínica (o sea, de farolas de diseño), no podremos darle mas de tres o cuatro minutos. Soltado el disparador, se cierra el objetivo y ya habremos conseguido una fotografía espectacular: la de la estrella Polar mas o menos inmóvil en el centro y el resto de las estrellas formando trazos concéntricos a su alrededor, de una longitud proporcional al tiempo de exposición dado. Dichas estrellas tendrán además, su color característico, que apenas es apreciable a simple vista. Si la combinamos con árboles o algún edificio peculiar y si variamos la luz captada según el tiempo de exposición empleado, podemos darle además, un cierto valor artístico.
Este tipo de fotografía astronómica, se emplea además, para captar estrellas fugaces los días de sus máximos.

Después podemos intentar fotografiar una constelación completa tal y como la vemos. Elegiremos una de estrellas brillantes, no muy alejada de la Polar, o bien, una zona de la espectacular Vía Láctea. Fijaremos trípode y cámara y dispararemos suavemente, sin transmitir vibración alguna. Contaremos veinte segundos, antes de cerrar de nuevo el obturador. Si la obscuridad del cielo es total, conseguiremos llevarnos a casa nuestra constelación preferida, con todas las estrellas y objetos que la integran, hasta una magnitud entre la séptima y la octava. Recordamos que el ojo humano, solo puede captar estrellas hasta de la sexta magnitud, siendo de magnitud cero e incluso de magnitud negativa, las mas brillantes.

Esos veinte segundos empleados, es el tiempo máximo que podremos dar a una exposición, si deseamos una imagen estelar puntual, sin que se noten trazos, con un objetivo de 50 mm. Si empleamos uno de menor focal, el tiempo se podría aumentar algo y si por el contrario, utilizamos un teleobjetivo, el tiempo se reduciría considerablemente.

Si deseamos captar más estrellas, deberemos incrementar el tiempo de exposición, para lo que nos será imprescindible un aparato de seguimiento ecuatorial, que desdoble el movimiento terrestre. Describimos en hoja anexa, el esquema de un sencillo pero útil seguidor estelar o “tablilla ecuatorial”, que fácilmente podremos construirnos. Si disponemos de telescopio con montura ecuatorial, podriamos emplear la misma o colocar la cámara sobre el telescopio, previamente puesto en estación, para realizar el seguimiento. Otro sistema para incrementar el número de estrellas captadas, sería el de aumentar la sensibilidad de la película empleada, utilizando las de 1000 ó 1600 ASA, pero creemos que el “granillo” inevitable que tienen estos negativos, quita tanta nitidez a la foto, que desaconseja su uso, salvo casos especiales.

Otros sistemas mas complicados, como la hipersensibilización de la película con nitrógeno u otros sistemas, creemos que queda tambien fuera del esquema de este curso básico de astrofotografía.

El manejo de la “tablilla ecuatorial” es muy fácil, así como su construcción. Consta básicamente, de dos tablillas de madera (panel o contrachapado de 10 ó 12 mm), unidas por un eje que deberá apuntar a la Polar. Ambas se irán abriendo al darle una vuelta exacta por minuto, a una varilla roscada de ¼ de pulgada, situada entre  ellas. Sobre la tablilla superior, se colocará la cámara fijada sobre una rótula fotográfica, que nos permitirá apuntar la cámara a la zona celeste elegida. La tablilla inferior, unirá todo el conjunto a un trípode robusto, por medio de la rosca apropiada. La varilla roscada que realiza el seguimiento, deberá terminar en un pomo graduado al que haremos rotar una vuelta por minuto, con la ayuda de un reloj o metrónomo. Dicho movimiento debe ser extremadamente suave y uniforme.
Recomendamos por este sistema, realizar exposiciones de entre tres y seis minutos.

Hasta aquí, la fotografía básica de constelaciones. Ahora, pasaremos a intentar fotografiar nuestro Sistema Solar. Comenzaremos por la Luna, a la que no es nada fácil llevársela de recuerdo, ya que nos harán falta focales considerables, para que nos salga con una ampliación suficiente. Si sólo utilizamos nuestro teleobjetivo de 50 mm, veremos que la Luna en nuestra foto, sólo tiene un tamaño menor al de una cabeza de cerilla. Si deseamos que ocupe casi toda la fotografía, tendremos que darle una focal de más de 2.000 mm. Ciertamente, no parece que un objeto tan vistoso, pueda estar tan lejano.

Si disponemos de un teleobjetivo de unos 500 mm, o bien uno menor y un duplicador fotográfico, la fotografía ya puede decirnos algo. Lo más complicado será darle la estabilidad necesaria al conjunto, para que la foto no nos salga movida. Comenzaremos por el trípode, robusto, bajo, estable, con la cámara apuntando a la Luna, cargada con película normal de 100 ASA. El disparador flexible y el selector de velocidades en la posición “B”. Taparemos el objetivo con una cartulina negra plana, sin rozarlo. Dispararemos y mantendremos abierto el objetivo. A los dos o tres segundos, cuando cualquier vibración haya cesado, haremos un rápido movimeinto con la cartulina, destapando y volviendo a tapar el objetivo. Estamos realizando una exposición manual, como en los primeros tiempos de la fotografía, pero muy útil para evitar vibraciones. Recordemos siempre que las vibraciones, aunque estas sean mínimas, pueden arruinar una fotografía. El tiempo de esta exposición, variará según la película empleada, la fase lunar o el objetivo empleado, por lo que es imprescindible probar con tiempos desde un instante, hasta un segundo.

Disparar automáticamente con la cámara, se puede traducir en imágenes borrosas, si empleamos focales de más de 500 mm. También deberemos tener en cuenta que la turbulencia atmosférica puede ser la culpable de una foto borrosa. Hay que evitar fotografiar en dias de viento, turbulentos, con excesiva humedad o cambios de temperatura, cuando el objeto elegido este cerca del horizonte o si hay luces cercanas. Por el contrario, la noche ideal deberá ser estable atmosféricamente hablando, oscura (lejos de cualquier luz artificial) y con el objeto celeste elegido lo mas cercano posible al cenit. Cualquier teleobjetivo que nos aumente la imagen, nos aumentará también todos los defectos y nuestra atmósfera, es la peor de las lentes.

Si disponemos de un telescopio, nuestras posibilidades aumentan ya que fácilmente podremos convertirlo en teleobjetivo, por medio de un adaptador apropiado, según el tipo de telescopio. En efecto, si acoplamos el cuerpo de la cámara sin objetivo al telescopio sin oculares, tenemos una cámara con teleobjetivo, de focal igual a la del telescopio. Aquí comienzan una serie de problemas a tener en cuenta. Primero, veremos que sí el conjunto óptico no está soportado por una montura robusta y por un trípode idem, las imagen se vuelve inestable y nos resulta difícil apuntar y enfocar. Veremos que la luminosidad del objeto a fotografíar, disminuye y que su enfoque se hace cada vez más crítico conforme vayamos ampliando la focal. También hay que tener en cuenta, que el conjunto debe estar perfectamente contrapesado, para que el seguimiento sea lo mas suave posible.
Si además, no tenemos la montura motorizada para realizar el seguimiento en ascensión recta, comprobaremos que el objeto apenas permanece unos segundos en el visor de la cámara, debido al movimiento terrestre.

La fotografía con telescopio, es imprescindible para fotografía con detalle de nuestro Sistema Solar. Con una focal de 1000 mm. la Luna ya ocupará casi la mitad del ancho de un negativo standard y por tanto, serán visibles sus mares, cordilleras y cráteres principales, sobre todo en la zona del terminador.

Si disponemos de un filtro solar de calidad, situado delante del objetivo del telescopio, podremos realizar también fotografía solar. En la superficie solar, podremos distinguir manchas que evolucionan cada día y que a veces, alcanzan un tamaño espectacular. Es muy peligroso y está en juego nuestra vista, además del equipo fotográfico, el fotografiar el Sol sin protección. Es imprescindible un filtro tipo Mylar o de calidad garantizada, para dejar fuera toda radiación perjudicial. Y no nos referimos sólo al calor, sino también al resto de radiación que no vemos ni sentimos inmediatamente, como los ultravioleta o los X. Un sistema sin peligro y que no requiere filtros, es el de proyección. Consiste en apuntar el telescopio hacia el Sol sin mirar por él, ayudándonos solo por la sombra que produce el aparato. Cuando la luz, salga por el ocular, proyectamos la imagen en una cartulina blanca y enfocaremos con el mando apropiado del telescopio, hasta que las manchas aparezcan nítidas en la cartulina. Favoreceremos el contraste oscureciendo la habitación y fotografiaremos sin más problemas, la imagen que vemos en la cartulina.

La fotografía planetaria sin focales mayores aún, queda restringida a captar conjunciones o alineaciones más o menos curiosas. Si queremos captar algún detalle de Júpiter, los anillos de Saturno, los casquetes polares de Marte o Venus en fase, la focal debe ampliarse a base de interponer entre el telescopio y el cuerpo de la cámara, oculares, duplicadores fotográficos o lentes de Barlow. Multiplicaremos los aumentos...y los problemas. Comprobaremos cuan complicado se vuelve seguir y apuntar a un planeta y más aún enfocarlo. Además el telescopio deberá estar puesto exactamente en estación, para que el seguimiento sea correcto.

Aún sabiendo lo complicado que es utilizar focales de 5.000 ó 10.000 mm, la fotografía planetaria o de detalles lunares, es tan espectacular que merece la pena intentarlo, si disponemos del material apropiado, entre el que deberemos incluir el uso de filtros de diferentes colores, que nos permitirán acentuar los tenues tonos de algunos detalles.

Y ya que estamos con el telescopio, pongamos la cámara con un objetivo normal sobre el telescopio, alineado con él y volvamos a apuntar a uno de nuestros primeros objetivos: nuestra constelación favorita. Debemos localizar por el telescopio una estrella brillante que nos servirá de guía y colocarla en el centro de la imagen, ayudados preferentemente por un ocular reticulado. Realizaremos el seguimiento manteniendola centrada con ayuda de los mandos del telescopio, esté o no motorizado, ya que siempre tendremos que corregir algo si nuestro observatorio es ocasional. Lograremos así aumentar el tiempo de exposición y la precisión en el guiado mucho más que con nuestra sencilla “tablilla ecuatorial”. Los resultados los comprobaremos enseguida.

Otra posibilidad mucho más sencilla, es la captación de imágenes lunares e incluso planetarias en vídeo. Si apuntamos y enfocamos a la Luna y colocamos en línea con el ocular, una cámara de vídeo en un trípode independiente, podremos ver detalles lunares impresionantes. Una buena ayuda en el enfoque, la tendremos si utilizamos una pequeña televisión tipo monitor. Y si la cámara es de poco peso y podemos adaptarla bien contrapesada al telescopio, podremos darnos paseos por la superficie lunar, mediante los mandos del telescopio.

La fotografía digital (CCD) o la conseguida acoplando una pequeña cámara de las utilizadas en videoconferencias al telescopio, tratando la imagen  por medio de un ordenador, es una posibilidad a desarrollar según la afición de cada cual, aunque también dejaremos este tema para otro curso más avanzado.

Nuestro último consejo es en relacíon al material que pensemos adquirir. Comprar sin conocer lo que necesitamos lleva muchas veces, a tirar el dinero. Os recomiendo que aprovecheís la experiencia y los consejos, asi como vuestras propias observaciones realizadas al lado de personas experimentadas, para saber concretamente qué queremos comprar. La ayuda que habitualmente podemos encontrar en los establecimientos comerciales, es muy pobre debido al desconocimiento general de tan particular tema y suele tender más a deslumbrarnos con fantásticas (y carísimas) prestaciones electrónicas, cuando nuestras necesidades no pasan de una simple cámara reflex manual de calidad.

Lo mismo ocurre con los telescopios. Todos hemos podido ver pequeños aparatos que prometen cientos de “aumentos”, cuando deberiamos saber que los máximos posibles en la práctica, son los del diámetro del objetivo en mm. multiplicado por dos. Si deseamos un buen telescopio, olvidémonos de quien nos hable de los aumentos y busquemos uno de abertura apropiada y de calidad, en una montura robusta y estable.

No es recomendable olvidarse  de ninguno de los pasos descritos. Docenas de fotografías perdidas, avalan esta afirmación. Si aún así haceís algo que vemos habitualmente en nuestras observaciones y que consiste en fotografiar la imagen lunar que vemos por el ocular de un telescopio, simplemente poniendo la cámara alineada a ojo con el ocular y sujetando la cámara a mano, no conseguireís nada en un 99% de los casos...aunque mi primera, borrosa pero para mí espectacular foto lunar, la conseguí así hace ya muchos años.
 
 

 Fernando J. Reparaz

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Zaragoza, Agrupación Astronómica Aragonesa