Telescopio
Newton 300
Cómo
Montamos El Monstruo Verde
En el año 1996, surgió la idea de construir nosotros mismos, un telescopio de tamaño superior a los que hasta entonces disponíamos. Después de repasar los diferentes tipos de aparatos construibles, quedaron como finalistas la opción A: montar un telescopio Newton doble (binocular) de unos 150 mm. de diámetro, lo que desechamos debido a los problemas que nos daría ajustar continuamente ambos oculares a la particular distancia interpupilar de cada observador y la opción B, que trataba de montar un Newton del mayor tamaño posible, según nuestras disponibilidades del momento.Presentado el proyecto, la Junta Directiva acordó disponer fondos para la contrucción de un telescopio tipo Newton de 300 mm. con óptica de J. Costas, encargo que fué encomendado a Alberto Berdejo y Fernando JR. que ya habían construido mas de un telescopio de este tipo, amen de organizar varios cursos de Montaje de Telescopios, para la Agrupación.
Mientras el veterano J. Costas, en Barcelona, iba reuniendo el material interior, nosotros fuimos reuniendo el material exterior, o sea, el tubo, la madera necesaria para una montura Dobson, el Teflón, la tornillería apropiada y la pintura.
Empezamos por buscar el tubo idóneo. Después de descartar los de PVC, por el peso que tendría, elegimos uno de cartón impermeabilizado, de los empleados como molde en la construcción de columnas de hormigón con el único problema de que tuvimos que llevarnos uno entero de 3 metros de longitud.
Diseñamos la montura Dobson, apropiada al tubo elegido y encargamos las maderas de aglomerado, ya canteado, de 16 mm. de grosor. Para la base, utilizamos una pieza de mayor grosor, de las empleadas para las encimeras de cocina.
El tubo fué cortado a medida, según la focal del espejo primario y fué lavado con jabón desengrasante, para conseguir una mejor adherencia de la pintura. Se pintó interiormente de negro mate en spray, lo que conseguimos después de mucho pulverizar, debido a la longitud del tubo... y de nuestro brazo. Por fuera, después de varias deliberaciones, elegimos el color verde mar, de un esmalte de calidad. Éste fué aplicado con una brocha de espuma, muy útil para no dejar marcas de los brochazos, dándosele dos manos.
Una vez ya pintado, tomamos medidas precisas respecto al lugar donde deberían ir colocados todos los elementos necesarios, a saber, el barrilete de madera que sujetará el espejo primario, la araña que centrará el secundario, el portaocular con su mecanismo helicoidal de enfoque y los soportes del buscador.
Cuando ya estaban realizados los agujeros necesarios, pasamos a desembalar los elementos interiores. Lo que más nos sorprendió fué el espejo primario, de varios kilos de peso, debido al grosor del mismo. Lo ubicamos en el barrilete de madera, sujetándolo al mismo por medio de silicona y seis uñas apropiadas. Interpusimos unas piezas de corcho entre éstas y el espejo y las atornillamos a la madera, intentando no provocar tensión alguna.
Pegamos el secundario a la araña, también con silicona y mientras ésta iba fraguando, procedimos a atornillar al tubo de cartón, el portaoculares y los soportes del buscador, teniendo en cuenta que, una vez montado, no entorpeciera la observación, pero que tampoco quedara demasiado lejos del ocular.
Al cabo de un par de días, ya seca la silicona, colocamos la araña en su lugar, atornillando cada una de sus cuatro patas a las paredes interiores del tubo y después, pasamos a intentar la colocación del conjunto barrilete-primario, operación algo complicada debido al peso y a la fragilidad del aluminizado del espejo ya que cualquier roce lo hubiera estropeado. La solución fué poner el conjunto fijo sobre una mesa y mover el tubo hasta hacer coincidir los agujeros de los tornillos. Una vez colocado el buscador, dimos por finalizado el montaje del tubo óptico, al que mejoramos posteriormente, poniendole en los bordes una junta de goma apropiada.
Estábamos impacientes por probarlo y esa misma noche vió su primera luz. Lo colocamos en el armazón de aluminio de un carrito de compra, sobre un cojín y sujeto todo por un tensor de goma. Las ruedas y su eje, proporcionaban un movimiento aceptable para orientarlo y poder realizar un primer centrado y tener asi, una idea de las posibilidades del aparato.
Al día siguiente, comenzamos la contrucción de la montura Dobson, colocando las distintas maderas a escuadra y sujetándolas por medio de tornillos Allen. Primero montamos las del cubo que sujetaría el tubo óptico, dejando que la tabla inferior llegara hasta el final del mismo, para que soportara algo el peso del primario, evitando flexiones al tubo. Cerramos la parte anterior y posterior del cubo con piezas de Tablex, cortadas a medida con sierra de calar. En el interior del mismo, colocamos unas piezas de corcho para sujetar suavemente el tubo, impidiendo su deslizamiento. Mas tarde, colocaríamos perfectamente alineados, los dos aros de aluminio macizo que servirían de eje vertical.
La base de la montura, fué dotada de unas patas de plástico que la elevarían dos centímetros y medio del suelo y se le practicó un agujero central que sería su eje horizontal. En la superficie de esta base, se colocaron varios trozos de Teflón, para facilitar el deslizamiento circular de la montura. Las paredes de la misma, estaban formadas por dos piezas de madera, a las que se les había realizado una oquedad en la parte superior, para que encajaran en ella los dos aros de aluminio mencionados. Estos huecos semicirculares, fueron realizados también, con sierra de calar y después canteados y dotados de cuatro piezas mas pequeñas de Teflón.
Unimos ambas partes con un tornillo de grosor adecuado, añadiéndole palomillas de apriete para poder montarlo sin necesidad de herramientas y por fin! pudimos colocar el tubo sobre la montura Dobson, comprobando que giraba suavemente, permitiendonos apuntarlo en cualquier dirección sin esfuerzo alguno.
Aquella noche, volvimos a colimar ambos espejos y hicimos una segunda observación satisfactoria, a pesar de realizarla en ciudad.
Como lo mejor era aprovechar la potencia que nos proporcionaban sus 300 mm. de diámetro, en un lugar lejano a la contaminación lumínica ciudadana, Manuel Navales accedió a nuestra idea de ubicarlo en la planta baja de su Observatorio en Monegrillo y tras un traqueteante traslado por la antigua carretera que lleva a esa localidad zaragozana, lo descargamos con sumo cuidado, volviendolo a centrar por tercera vez.
Esta vez, la observación fué verdaderamente impresionante. Con un ocular de baja potencia, cientos de estrellas desfilaban en su campo de visión con una nitidez muy aceptable. Con más aumentos, la observación seguía siendo inimaginablemente luminosa, para los acostumbrados a observar con telescopios de menor abertura.
La inauguración oficial del mismo, coincidiendo con el Equinoccio de Otoño de ese año 1996, fué apoteósica. Socios y amigos, lo celebramos como merecía la ocasión y disfrutamos de las imágenes que iban desfilando por su ocular. Imágenes hasta entonces solo intuidas por la mayoría de nosotros, de galaxias, nebulosas y cúmulos. La Vía Láctea resultaba imponente y la Galaxia de Andrómeda, espectacular, casi en el cenit.
Hoy, tras mas de seis años de uso, creemos que es hora de darle un necesario repaso. A pesar de cuidarlo, guardándolo cerrado y protegido por plásticos, el polvo se acumula ya en la superficie del primario lo que hace necesaria su próxima limpieza. También hay que darle un repaso al ajuste de todos sus ejes y quizás, dotarlo de un parasol con lámina óptica interior, que evite perturbaciones. Mejorarlo con una montura ecuatorial ha sido desechado, debido al tamaño y complejidad que tendría la misma. Haría falta un observatorio solo para él.
Si deseais colaborar en su próxima limpieza y ajuste o aportar alguna idea para su mejora, estaremos encantados de que nos lo digais.
Esperemos que nuestro "Monstruo Verde" siga proporcionándonos por muchos años, renovadas satisfacciones.
_______________________________________________________________Fernando J. Reparaz.
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