Cuando el Niño Jesús nació en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes el Grande, unos magos vinieron de Oriente y presentándose ante Herodes le preguntaron donde estaba el rey de los judíos, porque habían venido a adorarle. Habían emprendido el viaje siguiendo una estrella que les había guiado hasta allí. Así se recoge en versículo 2.10 del Evangelio según San Mateo.
Pero... ¿qué fue realmente la famosa Estrella de Belén?
Existen numerosas teorías sobre el origen del astro.
La primera teoría que voy a mencionar es la del cometa, reflejada en el hermoso cuadro del pintor, arquitecto y escultor florentino Giotto de Bondone, uno de los artistas más completos del Trecento italiano. En su cuadro sobre la Adoración de los Reyes, fechado en el año 1304 pintó encima del pesebre la imagen de un cometa, posiblemente influenciado por la visita del cometa Halley en 1301.
Un cometa es un cuerpo celeste formado fundamentalmente por hielo y polvo con una larga cola que arrastra tras de sí. Pero la posibilidad de que fuese un cometa es remota puesto que estos astros eran considerados como la antesala de acontecimientos poco halagüeños y el nacimiento de un rey tan esperado para los judíos distaba mucho de ser un mal presagio. Además los chinos, pioneros en el registro de todos los fenómenos celestes no tenían registrado en esta época el paso de ningún cometa. Por otro lado, un cometa no tiene forma de estrella, tal y como apunta el profesor Aleks Scolz y los 3 sabios de Oriente sabían distinguir perfectamente entre uno y otra.
En un interesante artículo del astrofísico español Enrique Joven Álvarez leí otra de las probables teorías, la que defiende que se trataba de una nova, una nueva estrella en el cielo o una supernova, explosión de una estrella en su fase final. Esta posibilidad fue defendida por el astrónomo alemán Johannes Kepler que en el año 1604 pudo contemplar una en la constelación de Ofiucco, y que coincidió con la "gran conjunción", aproximación relativa de los planetas Júpiter y Saturno, si hacemos caso de antiguas predicciones: "Nova stella, novus rex" - "Nueva estrella, nuevo rey".
En ocasiones, cuando los 2 planetas coinciden en su mayor oposición al Sol, también lo hacen en su ascensión recta, pudiendo llegar a juntarse hasta 3 veces en tan sólo unos meses, algo que como dice Enrique Joven, habría llamado poderosamente la atención de los Tres Sabios, así mismo relata que estas grandes conjunciones se mueven a lo largo del zodiaco siguiendo un ciclo mágico de 800 años.
Kepler además de eminente astrónomo también hacía guiños a la astrología y no dudaba en confeccionar cartas astrales al emperador Rodolfo II cuando éste se las pedía, por este motivo también buscaba en el cielo señales que relacionaba con acontecimientos en la tierra.
Si la explosión de la supernova había ocurrido en 1603, la anterior habría tenido lugar en el año 803, época del gran Carlomagno y si restamos otros ochocientos años, aparentemente no encontramos un acontecimiento digno de mención, salvo que la fecha del nacimiento de Jesús que marca el comienzo de nuestra era estuviese equivocada, como parece ser que así ocurre.
Existen varios errores a la hora de situar el nacimiento del Salvador:
El abad Dionisio "El Exiguo", había situado el nacimiento de Cristo en el año 753 después de la fundación de Roma, pero Jesús nació 4 años antes de lo que la Iglesia Católica aceptó, al dar por buenas las "cuentas" del monje. Por otro lado el emperador Cesar Augusto había reinado 4 años con el nombre de Octavio y a esto habría que restar un año más, ya que se había comenzado a contar desde el año 1, sin tener en cuenta el concepto del cero que tenían los árabes.
Finalmente el censo que el emperador ordenó realizar y por el cual María y José tuvieron de desplazarse de Nazaret a Belén, tuvo lugar en los años 6 u 8 a.C., con estos datos a Johannes Kepler, gran defensor de esta teoría, sí pudo situar en esas fechas una "Triple Conjunción" coincidiendo con el nacimiento de un gran rey, Jesús de Nazaret, rey del pueblo judío.
De esta conjunción entre Saturno y Júpiter en el año 7 a.C. tenemos constancia en una tablilla de arcilla descubierta en Babilonia en 1925, actualmente en el Múseo de Berlín. Por otro lado, arqueólogos de la universidad de Jerusalén descubrieron un yacimiento con restos de niños entre 0 y 2 años, posiblemente la matanza de infantes, ordenada por Herodes y que respaldaría todavía más esta cronología.
Si se trató de un objeto celestial que ocurrió realmente, está podría ser la explicación más plausible. El propio papa Benedicto XVI en su libro sobre la biografía de la Infancia de Jesús, apunta a esta última teoría de la conjunción planetaria, por el contrarío si no se trató de un objeto celestial que ocurriera realmente, no dejaría de ser una hermoso relato que nos acompañará siempre envuelto en un halo de misterio.
ANA ROMÁN ESTELA
(AGRUPACIÓN ASTRONÓMICA ARAGONESA)