Este mes de enero los aficionados a la astronomía estamos un poco más pendientes del cielo para intentar, si la Luna y estas gélidas temperaturas nos lo permiten, observar un visitante que ha vuelto por estos lares tras 40.000 años de ausencia, ¡ahí es nada!.
Se trata del cometa circumpolar C/2022 E3 (ZTF), un nombre un poco largo. Vamos a empezar por averiguar como se pone nombre a los cometas. Tradicionalmente son “bautizados” con el nombre de la persona que los avista por primera vez y el año en el que es descubierto. En este caso la C indica el astro a que se refiere (cometa), seguido del año en ser descubierto, la E corresponde a la 2ª quincena de Marzo, la letra A corresponde a la 1ª quincena de Enero y así sucesivamente. ZTF (Zwicky Transient Facility) es la instalación en la que opera el telescopio Samuel-Oschin del Observatorio del Monte Palomar en San Diego (California).
La palabra cometa procede del griego Kometés que significa “de cabello largo” y a su vez deriva del griego antiguo Komé “cabellera”.
Aristóteles decía que los cometas eran emanaciones gaseosas de la corteza terrestre, Tycho Brahe en el Siglo XVI descubrió que procedían de fuera de la atmósfera de la Tierra.
En la antigüedad eran considerados como mensajeros de malas augurios y se les relacionaba con guerras, muerte y destrucción, pero claro eso es subjetivo, ya que en una guerra siempre hay vencedores y vencidos, claramente la idea que tuvieran unos y otros de estos astros sería diferente.
Todo ello quedo atrás gracias a dos grandes científicos, Isaac Newton y Edmund Halley que con sus estudios sentaron las bases para calcular el tiempo en que un cometa volvería a ser visible tras completar su órbita en el cielo. Halley calculó la órbita de un cometa y se aventuró a decir que volvía cada 76 años, como así ocurrió con el cometa que lleva su nombre.
Hoy en día, tal como dice el astrofísico Florian Freistetter, para los científicos los cometas son un valioso tesoro, ya que son los supervivientes de un pasado remoto, cuando el Sistema Solar estaba en sus comienzos y su estudio nos puede desvelar grandes enigmas de como empezó todo.
Volviendo al protagonista de este artículo, la última vez que el cometa pasó por la Tierra fue durante el Paleolítico, más concretamente en el Paleolítico Medio, la época en la que los mamuts y otros animales prehistóricos compartían el planeta con los Neandertales, lo que pensarían estos últimos, si lo advirtieron, nunca lo sabremos.
Lo que sí sabemos es que los cometas son formaciones de hielo y silicatos, compuestos de núcleo, cabellera y cola, en este caso se calcula que tiene 1 km. de diámetro y que sea menos espectacular que el Neowise que podía contemplarse a simple vista en 2020.
Cuando un cometa se aproxima al Sol, el hielo que contiene su núcleo se sublima, es decir, por las altas temperaturas pasa directamente del estado sólido al gaseoso, la estela brillante que dejará el cometa según se vaya acercando al astro rey será lo más espectacular.
Los cometas pueden ser de corto o largo periodo, según su órbita. Los primeros proceden del Cinturón de Kuiper, ubicado más allá de la órbita de Neptuno y los segundos como es el caso del C/2022 E3 (ZTF) proceden de la Nube de Oort, descubierta en 1950 por el astrónomo holandés Jan Hendrik Oort, de ahí su nombre, y que esta situada en los confines del Sistema Solar, más allá de Plutón, a una distancia de entre 100.000 a 200.000 U.A., según diferentes autores.
Las mejores fechas para su observación será a partir de la segunda semana de enero, alcanzando el perigeo, punto más cercano a la Tierra, el 1 y 2 de febrero en las que podría verse posiblemente a simple vista si no hubiera coincidido con nuestro satélite próximo a la fase de Luna Llena. Por estas fechas estará situado entre la Osa Mayor y la Osa Menor. Para poder verlo no hace falta grandes telescopios, bastará con unos buenos prismático y es fundamental salir al campo, hay que huir de la contaminación lumínica de la ciudad.
Habrá que abrigarse bien, los que todavía no lo hayan podido contemplar, probablemente, según creen algunos astrónomos, esta sea la ultima ocasión para disfrutar del cometa, ya que piensan que esta vez el C/2022 E3( (ZTF) será expulsado definitivamente del Sistema Solar y en cualquier caso tampoco estaríamos aquí dentro de otros 40.000 ó 50.000 años.
ANA ROMÁN ESTELA
(AGRUPACIÓN ASTRONÓMICA ARAGONESA)