Recordando a Carl Sagan

El pasado mes de diciembre se cumplieron 20 años de ausencia del admirado astrónomo, astrofísico y cosmólogo Carl Sagan a quien, a la edad de 62 años, una dura enfermedad se llevó a explorar otros universos.

Nacido en Nueva York, en el seno de una familia de judíos ucranianos, un 9 de noviembre de 1934, fue sobre todo un gran divulgador de la ciencia, supo llegar al gran público transmitiéndole su pasión por ella, de una forma amena y sencilla, consiguiendo así calar en la mente de las personas "corrientes". Su generosidad fue tal, que sacrificó parte de su carrera científica por la divulgación.

La ciencia a menudo tan necesaria de transmitir al ciudadano de a pie no sabe ponerse a la altura de las mentes menos "entrenadas" para comprenderla y le falta saber comunicar, transmitir y sembrar esas inquietudes de la manera que Carl Sagan consiguió hacerlo.

Escribió varios libros, artículos y realizó series para la televisión, algunos de los astrofísicos actuales es muy probable que deban su pasión por el Universo a su legendario "Cosmos", primero pensado como libro de divulgación y más tarde convertida en exitosa serie de TV, llegando a despertar la curiosidad por estrellas, nebulosas, galaxias... a toda una generación.

Pero Carl Sagan era lo que podríamos llamar un "hombre del Renacimiento". No sólo fue la ciencia el campo donde se movía con desenvoltura, intentó a través de ella dar respuesta a las preguntas que el ser humano se plantea desde la noche de los tiempos, ¿qué hacemos aquí?, ¿cuál es nuestro origen? y finalmente ¿cuál será nuestro destino?, ganador del premio Pulitzer, en sus obras buscó dar respuestas científicas a estas preguntas.

Él mismo se confesaba como un escéptico algo que había heredado de su madre, en tanto que la capacidad para la sorpresa le venía por línea paterna. La relación con sus padres fue siempre muy estrecha, reconociendo la influencia que habían ejercido en su vocación con las siguientes palabras:

«Mis padres no eran científicos. No sabían casi nada de ciencia. Pero al iniciarme simultáneamente al escepticismo y a hacerme preguntas, me enseñaron los dos modos de pensamiento que conviven precariamente y que son fundamentales para el método científico».

Pacifista, defensor del Medio Ambiente y de la exobiología, ciencia que estudia la posibilidad de encontrar vida en el universo más allá del planeta Tierra. Firme en la creencia de que en el espacio puede existir vida extraterrestre bajo cualquier forma, por pequeña que sea. Respetuoso con estas hipotéticas manifestaciones de vida, afirmaba:

«Si hay vida en Marte creo que no deberíamos hacer nada con el planeta. Marte pertenecería entonces a los marcianos, aunque los marcianos fuesen sólo microbios».

Trabajó como asesor de la NASA, colaborando con ella en diversos proyectos como el del programa "Apollo", proyecto SETI -Search for Extraterrestrial Intelligence- (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre).

Aportó la idea de enviar mensajes dentro de las sondas Pioneer y Voyager con muestras de la vida en la Tierra para poder ser leídas por posibles vidas inteligentes en otros confines del espacio, más allá de nuestra galaxia, algo que llevaba impreso en su memoria desde que visitó con sus padres la Exposición Universal de Nueva York de 1939 en la que descubrió unas cápsulas del tiempo con recuerdos de esa década para ser leídas por la generaciones venideras.

Otra de sus novelas "Contact", plantea la posibilidad de establecer contacto con vida inteligente extraterrestre, fue llevada al cine con gran éxito.

Libró una ardua lucha contra la pseudociencia toda su vida, especialmente en su última etapa, fruto de esta batalla es su penúltima novela "El Mundo y sus Demonios", de la última "Miles de millones" resaltaría dos de sus pensamientos:

«Creo que tenemos el deber de luchar por la vida en la Tierra y no sólo en nuestro beneficio, sino en el de todos aquellos, humanos o no, que llegaron antes que nosotros y ante quienes estamos obligados, así como en el de quienes, si somos lo bastante sensatos, llegarán después. No hay causa más apremiante, ni afán más justo, que proteger el futuro de nuestra especie.

«Allí donde los seres humanos crean problemas, los mismos seres humanos pueden lograr soluciones.

Finalmente la enfermedad, que llevó con coraje y optimismo, ganó la batalla un 20 de diciembre de 1996.

Sirvan estas líneas como un respetuoso homenaje a su labor y memoria.

 

Ana Román Estela

(AGRUPACIÓN ASTRONÓMICA ARAGONESA)


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Zaragoza, Agrupación Astronómica Aragonesa